jueves, 26 de abril de 2012

El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991)




“¿Han parado ya de chillar los corderos, Clarice?”

25-04-2012

Querida Clarice.   


Sólo encuentro entre tus ojos el bosquejo de una búsqueda perdida a través de los chillidos de los corderos, quizás y por más que trabaja mi mente en ello, la búsqueda está en tu interior y no en el espejo de tu mente, desde aquí puedo escucharlos, puedo olerlos e imagino con que te sorprendería esta vez en mis artes culinarias y puedo soñar cuan sabrosa sabrías, tan sólo estoy dudando por momentos que aderezo aplicarle cuando me coma tu hígado.

Tras casi 10 años de anonimato y de obligado desvanecimiento después de nuestra última cita, las heridas ya están cicatrizadas y me mantiene vivo y en preparación para una última actuación, simplemente encuentro atractiva la manera de, aunque ya nunca será igual, probar muy gustosamente recetas experimentales. Ha pasado mucho tiempo, Clarice, he podido observar el mundo con mis ojos y respirar el aire lleno de belleza pero también lleno de oleajes perversos como también pude admirar que hay una recreación, a mi parecer demasiado suave y blanda de mis actos, en una película realizada en el 1991, tan sólo abogo mi perfil psicótico en ésta, lo encuentro un poco exagerado, sólo soy un Doctor en Psiquiatría que se alimenta de groseros silvestres que marcan de cierta manera su propio destino. Rechazo también a idea de mi permanencia en pantalla la cual únicamente dura 16 minutos, insistiendo en mi modo de ser y de interpretar se le ofreció mi papel a Jack Nicholson, otro gran hombre con la que disfruto de su horrenda cara de perturbado demente en el cine, me proporciona seguridad saber que rechazó el papel pero me proporciona desgana y un cierto malogrado propósito al  saber que tal vez perdí un plato de mollejas tiernas para cenar, pienso que debería comérmelo cuando tuve la oportunidad.

También sabrás que tal película, esa en la que muestra nuestra mas grata admiración por parte de ambos y acerca una muestra de amor inconsistente hacia los ojos del público no es mas que una muestra de gratitud y una firma invisible hacia aquellos libros de cocina que tanto ansiaba el FBI arrebatarme, los cuales puedo decir que me sirvieron de gran ayuda para ampliar mi recetario. Aprendí mucho de ellos, como tu de mi, Clarice. De tu baja posición al principio en el FBI y de tu perdida de reconocimiento me pude beneficiar en mi gozo personal, quizás no hayas estado nunca preparada, pero el aprendizaje no se tiene de por sí, simplemente caminamos en su búsqueda y se adquiere, tu lo encontraste, pero no olvides mi mano tendida para prestarte mi ayuda incesante, no hubieras conseguido nada de no ser por mi, yo tampoco hubiera podido recrearme noches enteras imaginando el sabor y el olor de tus muslos, de esa manera hemos salido los dos ganando. Tú de mi y yo, de tus muslos.

Es un aprendizaje continuo de personajes tenebrosos reales, así me beneficio de tal reconfortante actividad lectiva mientras aprendo de los mejores. Aprendí de Albert Fish y mis técnicas inspiraron para la realización de mi suave y tierno personaje en la película. Rudo y brusco hombre que, como yo, tenía la necesidad de llevarse un gran pedazo de alguien a la boca, gran conocedor de los beneficios carnales pero un perro atroz y cobarde ante la preparación y los métodos del primer caníbal de niños. Una vez conoció a alguien, Grace, quien le llevó un pedazo de tarta, se sentó en su regazo y le besó. Decidió comérsela en ese instante. La estranguló y la cortó en pedazos para poder llevársela a la habitación y cocinarla, confesó a los policías después el delicioso menú que había degustado, trasero asado al horno, dulce y tierno trasero asado al horno. Le llevó 9 días comerse el cuerpo entero. Yo lo hubiera hecho en 4, tan sólo hay que ver mi cara para apreciar mi apetito.

De la misma manera para el papel de Buffalo Bill se fijaron también uno de los asesinos más sanguinarios que la mente humana puede ofrecernos, esos desperfectos despreciables en el cerebro humano nos aclara los beneficios que se les dan a unos y en cambio a otros pocos se les ofrece vivir con normal naturalidad. Este asesino, el cruel y despreciable Ed Gein, fue objeto de numerosas recreaciones en el mundo del cine, su originalidad a la hora de crear muebles auxiliares con los huesos de sus víctimas y su perfeccionamiento y aprendizaje diario en una prometedora carrera como modisto usando piel humana, marcaron las bases tétricas para la creación de Buffalo Bill y de muchos otros personajes en el cine, eso sí, sólo son simple imitaciones. De recreaciones podemos seguir hablando y por suerte para ti estoy seguro de que te servirán en tu vida personal y profesional. Recuerdo aquella mañana soleada cuando aún estaba disfrutando de mis últimos y mas gratificantes momentos en la celda de seguridad del FBI, logré escaparme de las esposas que me retenían gracias a un pequeño trozo de metal de un bolígrafo, maté a un guardia masticando los músculos de la cara  y lo que le hice al otro guardia, estoy seguro que no aún o lo has olvidado, Clarice. Fabriqué una careta improvisaba arrancándole la piel facial mientras me recreaba con las maravillosas notas musicales de un piano que sonaba en mi pequeña radio, haciéndome pasar por el guardia malherido conseguí salir de la celda gracias a la rápida intervención de la ambulancia, esa misma recreación de mis hechos fueros copiados burdamente y en un elemento de intentar superarme por “Saw”, una copia barata de la misma escena de la que me tengo que sentir no mas que orgulloso al utilizarla para acabar de una manera tan gloriosa esa película. He decir que Jigsaw, es un hombre que prometía un fiel estilo y una marca a la hora de ofrecerse el mismo al juego de no ser una simple ficción, pero que está un poco lejos de los métodos de los que tanto ansiaba copiarme.

Por más que intentabas perseguirme y andar tras mi búsqueda y captura, a mi no me parecía nada mas que una cita tras otra con la mujer que tantos secretos compartía, por lo menos mientras tú seguías mis cautos pasos, mi foto estaba en la ficha de los mas buscados y el FBI daba amenas clases para el público, aficionados productores y directores de cine sobre los antecedentes de sus malhechores capturados entre rejas, siempre hay que contar con la ayuda del FBI aunque sea para la realización de films televisivos. De esta manera me regocijaba una y otra vez viajando por todo Europa, disfrutando de su gente, cultura, de sus libros y sobre todo de su comida.
Sé de buena tinta, que el actor que me representaba en tal película, un tal Anthony Hopkins, que con su rostro pude identificarme pero más con la encarnación y preparación de sus platos en las películas, pudo disfrutar en sus carnes de mi gran fama como gastrónomo de primera categoría  después de que gracias a mi virtud ganara un Oscar por su interpretación al comensal del año. Se puso de moda ofrecerle platos con sorna y gracia e invitar a  hígado crudo pidiese lo que pidiese. Los asustados restauradores lo dejaron de hacer al poco tiempo, la respuesta que les ofrecía Hopkins mezclado con una mirada digamos Lecteriana, fue: “Os muerdo”. He de decir que puede ser mi pupilo mas adelantado, sabe utilizar mis técnicas y se nota que en sus ojos penetra mal.

He de acabar esta carta Clarice, mis ganas de conversar con usted son totalmente comparables con las ganas que tengo de alimentarme de mi último amigo pero incompatibles con la funcionalidad de mi horno ya caliente, pero no sin antes mencionar que será mi ultima cena, mi carrera al parecer llega a su fin pero me enorgullezco totalmente de todo su principio. Retirado en una humilde casa separada de graves bullicios, conocí a un chico joven Español amante del cine, por mi avanzada edad se ofreció muy formalmente a hacerme la compra. Le comuniqué que gustosamente aceptaba que me llevase los productos de la lista a mi casa, lo que no sabía es que sería su última compra. Una cabeza de ajo, una cebolla, unos champiñones con una deliciosa botella de vino tinto para realizar un estofado de carne de sus jugosas carrilleras y unos filetes de lomo porque de sus cuartos traseros nada de nada.

Se despide emocionado su gran amigo.

Hannibal Lecter.    D.M.

2 comentarios:

  1. nooooooo no quiero que te comaaaaaa!! escapateeeee ajjajajajaj. Niña

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  2. A los niños buenos no nos comen, nos saborean, jajajaja

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