miércoles, 23 de noviembre de 2011

Tiburón (Steven Spielberg, 1975)



Necesitara un barco más grande”.

Me levanto de la arena. Sudando. -Que calor. Toque lo que toque y pise lo que pise, quema. Ardo. Sudo y ardo. Extraña combinación.- Necesito un baño. Ando y me acerco a la orilla. El sol pega y en la playa no hay nadie. Vacía la playa y vacío el cielo. Levanto la mano y me la acerco a los ojos. El sol me quema la mirada. Me ciega. Intento observar. –Una mancha. Se mueve rápido, de un lado a otro. Nervioso. Intranquilo  – ¿Qué es? Sea lo que sea, tiene prisa. –Malo. El temor a no saberlo hace que me recorra escalofríos. Es miedo. Se me estira la piel. Huele el temor. Se acerca cada vez más deprisa. Llega a la orilla. Húmedo. Sin casi fuerzas. Recobra el aliento –Hola, soy Steven, la toalla. Quieres darme esa toalla de una vez. Mi cara de miedo, de temor, es un hilarante emoticono. No se que seria peor.

Y es que Spielberg llego a las taquillas como si de un escualo se tratase, arrasando con todo el país. Recaudo más 471 mil dólares con un presupuesto inicial de 12 mil con tiburón. Impresionante taquilla. Metiéndonos el miedo entre cada centímetro de nuestra piel. Después del estreno de la película la afluencia en las playas cayo a nivel mundial, la gente aseguraba ver tiburones mientras nadaba. Lo que hace el cine. Me encanta el poder que tiene de manipular las mentes. Ven “Tiburón” y la gente se caga. Ven “Viven” y se lo piensan en coger un avión. Hombre, no me gustaría que me comiesen.
Esta sería una de las últimas películas donde se utilizó un animal mecánico, reavivando el realismo, y es que los cientos de problemas mecánicos que tubo desesperaron a la producción. Después de esto los incesantes efectos especiales hechos por ordenador gobernaron en el imperio de Hollywood. Al tiburón mecánico en cuestión le bautizo como Bruce, el mismo nombre que el abogado de Spielberg. Cachondo el tío Spielberg, me encanta. Era notablemente más grande que los tiburones verdaderos, se confundiría con un Megalodon, un tiburón extinto joven.

 Una vez, en el estreno de la película, estaba Spielberg en el hall del cine, salió una persona de la sala y se arrodillo cerca de él, vomitando. Él pensó “La hice demasiado violenta, mierda, que voy hacer”, pero luego esa persona se fue al baño y volvió  a la sala y entonces pensó “Es un éxito”. Y es que a la gente le gusta tanto el realismo, que si le pasaran a ellos, tendría que ser perfecto, nunca más real, fijándose en parámetros del cine. Como dijo Steve Jobs, la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo muestras.
Y es que imaginaos a vosotros que estáis viendo una película con 13 años, vuestra, de toda vuestra vida, el impacto que esto haría en vosotros seria brutal, a veces traumático. Eso, por suerte, aun no es posible, pero no tentemos a la suerte. Tenemos el poder de imaginarlo, pero no de verlo. El poder de la imaginación es mucho más grande, es un océano de ideas. Cada uno tiene su proyección y su momento estelar, el gobernar un país o vivir de ilusiones. Eso es más importante, en vez de ver, crear. Desde cero. Una oportunidad única en nuestras vidas. Una oportunidad tan grande como nosotros queramos que sea nuestras vidas. Tenéis que crear un océano. Yo estoy en ello. De momento he quitado a todos los tiburones de mi océano.

2 comentarios:

  1. sólo te ha faltado el:

    chu chu chu chum chum chum ..... jajajaja

    pero está genial¡¡¡

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  2. jajajajajaja chu chu chummm estoy de acuerdo! pirubirubiiiii!!!
    jajajaajajajajaja
    tremenda peli, sin duda alguna. Recuerdo que cuando la vi, estuve una temporada que si me metia al mar abria de par en par los ojos.. por si acaso.. XD

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